Profesional sanitario frente a un marco estructurado con gráficas y checklist, simbolizando el marco de referencia en la gestión de riesgos para la seguridad del paciente

El papel clave del marco de referencia en seguridad del paciente

En la gestión de riesgos sanitarios —y muy especialmente en el ámbito de la seguridad del paciente— una de las principales dificultades no reside en la ausencia de acción, sino en la falta de dirección clara. Muchas organizaciones despliegan esfuerzos valiosos, pero sin un marco de referencia sólido, esos esfuerzos corren el riesgo de dispersarse o volverse invisibles en términos de impacto real.

¿Qué aporta un marco de referencia?

Un marco de referencia cumple varias funciones técnicas esenciales:

  • Proporciona orientación estructural, ayudando a organizar de forma lógica los distintos ámbitos de intervención.
  • Define criterios de evaluación comparables, tanto internos (entre unidades o periodos) como externos (benchmarking con otras organizaciones).
  • Facilita la toma de decisiones informadas, al identificar prioridades, carencias y potenciales de mejora.
  • Permite proyectar el progreso, estableciendo trayectorias de desarrollo realistas, ordenadas y evaluables.

En términos más generales, el marco actúa como una infraestructura cognitiva: no solo guía lo que se hace, sino que ayuda a pensar mejor lo que se debería hacer.

Sin marco, no hay respuesta a las preguntas clave

Desde un punto de vista técnico, operar sin una referencia estructurada impide responder con claridad a cuestiones fundamentales como:

  • ¿Estamos haciendo lo suficiente?
  • ¿Cuáles son los siguientes pasos?
  • ¿Cómo nos situamos respecto a estándares o a otras organizaciones?

Estas preguntas no son menores: son el núcleo de cualquier sistema de mejora continua y, por tanto, de cualquier estrategia seria de gestión del riesgo.

Marco, sentido y madurez organizativa

El marco no solo ordena: da sentido al conjunto. Articula acciones dispersas, conecta niveles de responsabilidad y permite establecer trayectorias de madurez adaptadas al contexto de cada organización. Esto es especialmente relevante en el ámbito sanitario, donde los niveles de desarrollo en seguridad del paciente son muy heterogéneos y donde la presión asistencial tiende a desplazar iniciativas si no están bien ancladas.

Más allá de una herramienta evaluadora, un buen marco funciona como una palanca de integración organizativa: alinea propósitos, favorece el aprendizaje compartido y genera legitimidad en los procesos de priorización y cambio.

Reflexión final

Hablar de seguridad del paciente sin hablar de marco de referencia es, en cierto modo, hablar en el vacío. Sin estructura, no hay coherencia; sin coherencia, no hay progreso verificable.

Desde una perspectiva técnica, reforzar el uso de marcos estructurados, documentados y compartidos no es una opción metodológica más, sino una condición básica para construir estrategias sostenibles de mejora en la gestión del riesgo sanitario.

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